Esta fue una pequeña actividad informal en Jordan Lake donde participaron varias familias cubanas recién llegadas a Raleigh, Carolina del Norte como refugiados. Aunque por esa época aun había frío y muy pocos se bañaron en el lago, de todas formas disfrutamos, comimos, bailamos y la pasamos muy bien.
Le escuche a varias personas decir que era el mejor día que habían pasado desde que llegaron a Estados Unidos. Me alegra haber colaborado en hacerlos sentir bien, una vez mas recuerdo el proverbio sueco que "Una alegría compartida se transforma en doble alegría; una pena compartida, en media pena"
Creo que algo que contribuyo al éxito de esta actividad, fue la falta de formalidad, no hubo consignas, no hubo poses, ni pretensiones, ni maestros de ceremonia y todos se sintieron libres de expresarse a su manera, sin etiqueta, y sin caretas.
De mas esta decir que tampoco hubo las escaseces de Cuba, todos comieron y bebieron cuanto quisieron.
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