Todas las noches en la Habana, con rigurosa precisión a las nueve de la noche, la Fortaleza de la Cabaña es testigo de un hecho único desde 1898. Históricamente desde minutos antes de la hora señalada, se escucha el redoblar de tambores y una voz que convoca al silencio. Con impresionante majestuosidad se presentan soldados marchando en escuadra bajo la luz de antorchas, vistiendo uniformes al estilo de la época, con casacas y pantalones rojos, pelucas blancas y altas botas negras para preservar y continuar la antigua tradición.
El repique de los tambores anuncia el próximo disparo del cañonazo de las nueve, que de todas formas siempre nos agarra por sorpresa, para rememorar el que antaño marcaba la hora de cerrar las puertas de la muralla que rodeaba a la Villa de San Cristóbal de La Habana, sin dudas el mejor sistema de seguridad ante corsarios y piratas, que convertía a la ciudad de la Habana en la más protegida de toda la región.
Hoy el cañonazo de las 9 es una ceremonia histórica que recibe a diario a cientos de turistas y visitantes que acuden a ver con sus propios ojos un pedazo de la Historia de la Habana y de Cuba.
Así, entre cañones antiguos, y otras piezas de artillería, todos los días se revive en la Habana el incomparable Cañonazo de las 9, que obliga a revisar los relojes, porque nada más exacto que el cañonazo, con lo cual ya no finaliza como antaño la noche habanera. Todo lo contrario. Se desata la magia de esta Habana encantada, el Centro Histórico, el malecón y sus áreas aledañas, se llenan de cubanos y turistas que huyen del calor y se refugian en la brisa nocturna proveniente del mar, y esperan el día siguiente para volver a vivir la aventura del Cañonazo de las 9.
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