Con un sencillo gesto, podemos cambiar una vida. Por eso es importante siempre recordar que somos dueños de nuestros gestos y acciones. Que al vivir en una sociedad, en contacto con otras personas, debemos actuar de forma responsable porque con nuestros gestos, acciones, incluso nuestros pensamientos podemos influir en la vida de los demás. Creo en que es nuestro deber y nuestra responsabilidad influir en los demás solo en una forma positiva, o al menos evitar a toda costa influir de forma negativa. No debemos dejarnos llevar por pequeñeces ni esperar la perfección en los demás, porque tampoco somos perfectos. Es muy fácil enojarse con el desvalido y encontrar cualquier excusa para no ayudar al prójimo. Pero cuando ayudamos a cualquiera, sobre todo a los desvalidos, sin esperar nada a cambio, el universo o quizás Dios, nos recompensa.
Hablo desde cosas tan sencillas como una sonrisa. Cuán diferente nos sentimos cuando nos reciben con una sonrisa en lugar de una burla o sólo con indiferencia. Qué distinto nos predispone la sencillez, una palabra cálida, un gesto de comprensión, o simplemente ofrecer la confianza de que pueden contar con nosotros, con nuestra protección y auxilio. En cambio la indiferencia, el desprecio, la burla y el sarcasmo, pueden destrozarnos.
Dicen que quien siembra vientos, recoge tempestades, por eso debemos tratar de ir por la vida sembrando amistad, respeto, amor y simpatía y estar conscientes que no siempre recibiremos lo mismo a cambio. Pero eso no debe cambiarnos, porque entonces, estaríamos imitando lo que repudiamos y nos ganaría el mal, el lado oscuro. Si algo nos molesta tratemos de cambiarlo; y si no podemos, apartémonos de ello. Pero no imitemos la maldad y el error.
Recordemos que a cada instante influimos en la vida de los demás y que esto de alguna forma se reflejara en la nuestra, si influimos para bien, recibiremos bien a cambio, pero si influimos con maldad, esa maldad multiplicada recibiremos de regreso.
Pensemos lo lindo que es cambiar aunque solo sea un poco la vida de los demás para bien, para mejor. El placer que se siente al cambiar lágrimas por sonrisas, tristeza por alegría, desprecio por consideración, y miedo por esperanza. Siempre es una satisfacción poder cambiar lo malo por lo bueno igual que es mejor dar que recibir.
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